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22 octubre 2010 5 22 /10 /octubre /2010 00:00
FRmaria El Salvador
 
Cuarta semana
 
Virginidad ofrecida.
 
Según la tradición, María le ofreció a Dios su virginidad cuando tuvo la edad para discernir qué significaba eso y cuando supo cuál era su vocación: vivir totalmente para Dios. La Virginidad de María se ha convertido, precisamente por eso, en una seña de identidad tan importante para la Madre de Dios que, incluso, se la denomina a veces sólo con ese título: “la Virgen”, sin necesidad de que vaya seguido por su nombre propio, María.
 
Y es que hablar de María y de hablar de Virginidad es la misma cosa, por más que también se pueda decir lo mismo de Nuestra Señora y de la Maternidad. María, siempre Virgen y también, desde el parto, siempre Madre, se ve representada por esas dos características de una manera tal que casi agotan su personalidad.
 
Pero si la maternidad es un concepto en crisis en nuestra época, muchísimo más lo es la virginidad. Para la mayoría de los jóvenes es algo sin sentido y, de hecho, son pocos los que la conservan hasta el matrimonio. No faltan muchachos y muchachas cristianos que tienen que soportar burlas más o menos soeces por parte de sus amigos o de su “pareja” cuando se niegan a participar en actos contra el sexto mandamiento. Claro que, las consecuencias de esa permisividad, no suelen ser aireadas por los medios de comunicación; la escasa importancia que se da a la continencia antes del matrimonio lleva a muchos a no dársela tampoco después de él, con lo que las infidelidades están a la orden del día. Eso y la poca capacidad para aguantar el más pequeño problema de convivencia hace que, en nuestro país, el 40 por 100 de los matrimonios terminen en fracaso, mientras que en otros sitios esa cifra llega ya al 60 por 100.
 
Pero, ¿por qué fue Virgen María? ¿por qué hay hombres y mujeres que optan por ese camino tan extraño a los ojos del mundo?. Lo primero que hay que decir es que también en la época de Nuestra Señora la virginidad no estaba de moda. Aunque no era, en absoluto, una sociedad permisiva como es la nuestra, la mayoría de las jovencitas de Israel soñaba con casarse y tener una descendencia numerosa. Mientras que en otras religiones existían templos atendidos por mujeres consagradas –las vestales en Roma, por ejemplo-, eso era muy extraño entre los judíos y, como mucho, se daban casos así entre viudas jóvenes. María, pues, fue contra corriente –lo mismo que hoy hacen los que se consagran a Dios- cuando eligió un tipo de vida que no estaba de moda. Y si lo hizo así no fue, en absoluto, por ningún tipo de “esnobismo”, sino porque deseaba estar en una comunión tan íntima con el Señor que no quería que ningún afecto se interpusiera entre ambos. No es que ese estado de vida –el de la virginidad- fuera de por sí mejor que el del matrimonio, pero para ella ese era el único camino en el que podía expresarle al Señor el amor que sentía por él y en el que ella misma podía encontrar la felicidad.
 
Este mismo motivo es el que sigue animando a cuantos, en el sacerdocio o en la vida consagrada, dejan todo para ser completamente de Dios. No optan por el celibato porque consideren pecaminoso o de segunda categoría el matrimonio. Lo hacen porque necesitan darse por entero al Señor, imitar a Cristo y a María en su virginidad y porque, de este modo, están más disponibles para servir a Dios en el trabajo de la evangelización y en el servicio a los pobres.
 
El mundo, por desgracia, no los entiende. Y, en realidad, es extraño que eso ocurra, porque sí entiende –y aplaude- que una persona renuncie a casarse con el fin de dedicar su vida a la investigación médica, a una causa política o a la participación en instituciones humanitarias. En cambio no se entiende que Dios, que merece ser amado con todo el corazón, suscite una pasión tan grande en algunos seres humanos que éstos sean capaces, por amor a él, de dejarlo todo.
 
 
Propósito: Agradecerle a Dios que María eligiera la virginidad desde su adolescencia, pues así se preparó para la encarnación, no sólo con el alma sino también con el cuerpo.
 
 frmaria
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