Sabemos que en nuestro mundo habitan pequeños seres vivos que crecen dentro de otros a los que inoculan toxinas produciendo su degeneración. Cuando un virus ataca a un animal o a un hombre, el virus genera enfermedades y muerte.

En los últimos años, hemos sabido de la existencia de los virus informáticos. Un específico tipo de código de programación que se incrusta en un sistema generando una anomalía, un funcionamiento incorrecto o incluso acciones (informáticas) en contra de los intereses del propietario del equipo.

Pero también sabemos que esos virus tienen enemigos, los antivirales, los antivirus, sin embargo, los virus se defienden mutando de forma que es necesario ir persiguiéndolos mutación tras mutación

En la historia también hay virus y también son mutantes.

Hoy los cristianos padecemos una creciente presión de tolerancia negativa. Esta elegante expresión encubre una realidad más dura, ser tolerante supone que no puede haber ninguna manifestación pública de nuestra fe aunque esta sea compartida por una parte muy importante de la sociedad. Si en una clase de un colegio hay un crucifijo y molesta a los padres de un niño de entre 30, hay que quitarlo para no molestar.

Este virus forma parte de una mutación proveniente de una cepa común llamada dictadura del relativismo. Otros virus nacidos de esta cepa son el ecologismo salvaje que exige, por aquello de mantener la tierra en una situación concreta, que reduzcamos la población, lo que pasa por esterilizar madres, promover el aborto o naturalizar la eutanasia, la mantengamos en un nivel concreto de pobreza, hay que rebajar eel crecimiento económico con la excusa de los osos polares aunque a cambio los niños de Camboya sigan padeciendo la polio, reduzcamos la libertad de digamos, tomar uvas en Mayo porque traerlas desde Chile supone aumentar la huella de carbono.

Otro virus es la relativización del concepto de ser humano. Para eso, una de las vías es elevar el rango de dignidad de los animales. Así, los gorilas tienen derechos humanos por lo que los seres humanos son como los gorilas. Consecuencia de esa rama genética del virus, el aborto es natural (como lo sería interrumpir voluntariamente el embarazo de la gorila), la eutanasia es un acto de misericordia (como sacrificar ese perro labrador machacado por la displaxia).

Como digo, la cepa original de estas mutaciones es el virus de la dictadura del relativismo, descrita con maestría por el añorado BXVI pero ésta a su vez proviene de la mutación de otro virus al que sucedió una vez que los antivirales encontrados por el beato JPII, Reagan y Mrs Thatcher así como su propia generación, acabaran con el marxismo. Los marxistas, una vez comprobado que su formato era inaceptable, mutaron hacia el relativismo pero son los mismos, las mismas caras, los mismos síntomas.

Simplificando mucho, el marxismo es la mutación de un virus que sigue sobreviviendo en paralelo, la masonería del siglo XIX que a su vez es heredera de la pretenciosa Ilustración. Así, mutación tras mutación. El reto es, por tanto, buscar la verdadera cepa original de la que derivan todas estas mutaciones, mutaciones que buscan “caras” simpáticas para encubrir su diabólica intención.

Aparece un de las palabras clave, diabólico. ¿Quién ha diseñado el código genético de esos virus? ¿Quién ha diseñado el código fuente de ese malware o virus informático? La solución está en la Biblia, en el Génesis en concreto. Si, en el árbol del bien y del mal, en la serpiente icono del demonio, en definitiva, la soberbia. Si se trazara la línea genética de esos virus, todos contienen una elevada dosis de materia básico denominado soberbia, querer ser dioses, suplantar a Dios.

Cambia de cara, de discurso pero, el diablo sigue.