Queridos franciscanos de María, nos invita a plantearnos, antes todo, qué estamos haciendo con nuestra vida, con los dones que Dios nos ha dado, con la gracia que hemos recibido, con la fe que tenemos, con tantas cosas maravillosas que nos han ido enriqueciendo a lo largo de los años. Porque cuando nos llegue el momento final, no podremos decirle a Dios que no sabíamos nada, que no le conocíamos, que nunca nos anunciaron su Palabra, que nunca experimentamos su cercanía. Al contrario, Él nos recordará tantos y tantos buenos momentos, tantos consuelos, luces, gracias y mimos con que nos ha ido sosteniendo. Tenemos que preguntarnos, como aquel escritor francés hacía al final de su vida: “¿Qué he hecho del joven que fui?” ¿Qué he hecho de mis buenas intenciones, de mis buenos propósitos, de mis deseos de santidad, de mis ansias por cambiar el mundo?
A la vez, la parábola de las doncellas torpes y de las doncellas listas, nos invita también a no juzgar a los demás, pues no estamos en posesión de todos los datos –que sólo Dios tiene- para poder hacerlo. Si vemos un buen ejemplo, intentemos imitarlo. En cambio, si el ejemplo es malo, fijémonos más bien en lo que nos muestran los santos para tratar de parecernos a ellos.
En adjunto van las palabras de vida y el comentario a la actualidad semanal, que os invito a leer también en nuestra web de apologética y en nuestra televisión.
Que Dios os bendiga.
P.Santiago