Porque Yahveh vuestro Dios es el Dios de los dioces y el Señor de los señores, el Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni admite soborno
Describía el Deuteronomio a Dios con ciertas características, concretas y que me han hecho pensar. Dice el texto que Dios no acepta sobornos. Dicho así, suene evidente, ¿qué deidad pudiera tener el más mínimo interés en lo que un humano pudiera ofrecerle? Esta pregunta tiene hoy día una respuesta obvia, pero no lo tenía (en absoluto) hace dos mil años. Antiguamente era costumbre, basada en creencias firmes, ofrecer sacrificios a los dioses para lograr bienes. ¿Es Dios uno de aquellos dioses pedigüeños? No. Los dones que nos regala Dios no son como contraprestación a “algo” ofrecido por nosotros previamente. No es tampoco un premio a un comportamiento previo nuestro, ni siquiera un estímulo para un futuro comportamiento. NO.
Pero si esto lo tenemos tan claro cuando meditamos sobre ello, ¿por qué a la hora de la verdad, cuando nos acercamos a una capilla a pedir, cuando rezamos pidiendo, “ofrecemos” cosas a Dios a cambio de sus favores? Rezar doscientos rosarios es algo bueno y que lo hagamos algo que agrada a Dios, pero afirmar que lo haremos sólo si nuestro hijo encuentra trabajo, es suponer que a Dios dichos rezos le vienen muy bien, que los necesita y que el beneficio de la oración revierte en Él y no en quien reza. Lo mismo ocurre con todos aquellos que suponen que por mantener un comportamiento intachable, por frecuentar los sacramentos y por llevar una vida de oración y de piedad, Dios le va a favorecer. No son conscientes de que el premio ya va implícito en la vida que llevan o en los actos virtuosos que acometen. Dios, accederá a las peticiones si nos conviene e independientemente de nuestros actos, pues es la fe del peticionario la que provocó los milagros de Cristo, no su vida virtuosa. Entonces, ¿da igual tu vida? No, ¿acaso puedes pedir a Dios milagros cuando no haces nada según sus mandatos? Si pides y tu vida no es virtuosa al menos deberás tener un profundo propósito de enmienda, que es el principio de una futura vida acorde a tu fe.
Agradeciéndolo todo pide lo que precises. Lo recibirás si conviene y se te conceda o no, vuelve a agradecer.