Antes de aterrizar en Santiago de Compostela, su Santidad el Papa, dio una respuesta muy matizada:
"España fue siempre, por una parte, uno de los países donde se originó la fe", y añadió: "Pero es obviamente cierto que en España también nació un laicismo, un anticlericalismo, un secularismo fuerte, agresivo, como lo vimos en los años treinta. Y esta disputa, este enfrentamiento entre fe y modernidad se realiza hoy de nuevo de modo muy vivaz en España".
Cualquier español, o persona que nos visite un tiempo suficiente, se dará cuenta de que el laicismo beligerante campa a sus anchas desde que gobierna Rodriguez Zapatero, presidente socialista. Los católicos, afortunadamente, ni vivimos la situación límite de los años treinta (quema de conventos, asesinatos de religiosos, profanaciones...) ni la horrorosa sucesión de indignidades de la época en la que los cristeros mejicanos debieron alzarse en armas, pero no por ello dejamos de ser molestados, se entorpecen nuestros deseos de vivir la religiosidad y se nos injuria o molesta con sucesivas leyes u ordenanzas.
Ya hablé de lo que un filósofo español regaló al Papa, unas palabras inadecuadas (quien quiera pensar lo contrario, él sabrá, libre es).Hoy traigo las de un escritor, que a raíz de las palabras papales ha soltado unas respuestas en días diferente, propias de alguien que o bien no entiende el idioma que habla o bien desea engañar, enturbiar el ambiente, o promocionar aún más su estrenada novela premiada.
Ha dicho el catalán Eduardo Mendoza, famoso también por otra polémica en la que desmitificaba a Kafka, llamándole mal escritor (y creo que no le falta en eso parte de razón):
"¡Por el amor de Dios, usted es un analfabeto!"
"¿cuántas Iglesias se queman hoy en España?"
"Ninguna. Y si se queman, se queman por un cortocircuito y allí es que iban a echar gasolina y poner fuego".
"en aquella época (en referencia a los años 30) la gente quemaba iglesias". "Claro que también la Iglesia quemaba gente antes"
Estas son cosas que nos "desayunamos" los católicos españoles de las mentes ilustres del reino. Para que luego digan, que no hay sino sano laicismo.