Me gusta pensar que puedo hablar con Dios y que me escucha. Estoy seguro de que me escucha aunque no siempre oigo su contestación. Me gusta pensar que soy capaz de entender lo que dice en Catecismo, lo que dicen algunos textos que he podido leer, horas que he gastado para saciar mi hambre de Logos.

Sin embargo, cuando me siento y hablo con mis jefes, mis amigos sacerdotes, me doy cuenta de que hablo muy poco con Él, que no tengo el corazón abierto a lo que me está contestando y que mis lecturas son una infinitesimal partícula en medio de lo que el hombre ha reflexionado sobre Dios y lo que cualquier sacerdote medianamente formado sabe.

Por eso el hombre, en ésta y otras materias acude al juicio de autoridad. Si lo dice tal catedrático, será verdad. Si lo dice tal científico, será verdad. Incluso aceptamos lo que dicen psicólogos y sociólogos que han conseguido que se les reconozca un cientifismo que todavía (en mi opinión) está por verdaderamente construirse.

Sin embargo, cuando un sacerdote habla de moral, cuando un sacerdote habla de apología, cuando en su proyecto de evangelización traza un camino, es decir, cuando hace aquello para lo que ha sido llamado, educado, consagrado y ejercido durante muchos años, ¡ahhh no! Aquí no hay autoridad que valga. Es una forma que adopta la soberbia en el siglo XXI.

Vemos cómo se refutan teorías científicas todos los días. Paradigmas científicos caen sin parar y sin embargo, al que llega con una pátina (o costra, me da igual) de conocimiento, se le reconoce autoridad. Los mejores marcoeconomistas del mundo montan la parda que tenemos en el sistema financiero actual y todavía les damos crédito para que sigan gobernando nuestra economía. Historiadores son contradichos por los datos y todavía nos vienen a explicar “la verdadera historia de España..” y les damos crédito

Pero si un día nuestro párroco, nuestro director espiritual o , por qué no, el P. Santiago nos dice algo y…! ahhh no! Eso es discutible. No estoy seguro de su autoridad, de que sea correcto lo que dice o lo que hace. Porque yo hablo directamente con la fuente o tal vez he leído en wikipedia una artículo que decía…

¡Cómo podemos ser tan soberbios! ¡Cómo podemos ser tan imprudentes! ¿Qué tal si nos miramos por dentro, identificamos esas señales de soberbia y empezamos por reconocer la autoridad de los que son nuestra jerarquía y nos dejamos de maracas?