Después de dos visitas pastorales – a Colonia, con ocasión de la JMJ, y a Baviera, su tierra natal – el Papa llegará a Berlín el 22 de septiembre para su primera visita de Estado oficial. Los momentos más sobresalientes del viaje serán un discurso en el Bundestag y una Misa en el Estadio olímpico. Además, al visitar Erfurt, capital de Turingia, cruzará los límites de la ex República Democrática Alemana (RDA). Con la mente puesta sobre todo del ecumenismo, visitará  Erfurt. La diócesis fue fundada por San Bonifacio, “apóstol de los alemanes”. Entre 1505 y 1511 vivió en aquella ciudad el reformador Martin Lutero, huésped del monasterio agustino donde él, todavía católico, celebró su primera Misa en 1507. En este mismo lugar el Papa Benedicto se encontrará con las autoridades de la Iglesia evangélica: encuentro importante, fuertemente querido por el Papa en persona.

En la Misa central en la plaza de la Catedral, participarán muchos fieles de etnia sorbia – tradicionalmente católicos – como también los católicos de alrededor de Eichsfeld. Durante la dictadura comunista, los católicos de estos dos territorios permanecieron fieles a su credo a pesar de las persecuciones, y constituyen todavía hoy una tangible presencia eclesial en un ambiente cada vez más alejado de la religión. Pero ¿quienes son los sorbios?

Los sorbios son un pueblo eslavo occidental reconocido en Alemania como minoría nacional. La tierra de los sorbios son la Alta y la Baja Lusacia en los estados federados de Sajonia y Brandeburgo. Pertenecen en su mayoría a la Diócesis de Görlitz, una diminuta diócesis fronteriza con Polonia y con apenas 30000 católicos. Los sorbios han sido tradicionalmente maltratados en Alemania. Con motivo del Congreso de Viena de 1815 se producen en Prusia represiones brutales de la lengua sorbia. El canciller Otto von Bismarck comienza una fase de represión antisorbia en la Alta Lusacia prusiana, donde se decreta en 1875 la prohibición general de usar el sorbio en la escuela y en general en el Reich alemán. En 1888 prohibió el ministerio de educación prusiano la enseñanza del sorbio en el bachillerato en Cottbus, la más importante ciudad sorbia. Las características democráticas de la República de Weimar les ofrecían a los sorbios mejores posibilidades de desarrollar actividades culturales nacionales. Las numerosas federaciones, en especial en la Alta Lusacia, desarrollaban un amplio trabajo cultural y educativo. Los nazis prohibieron a partir de 1933 estas federaciones y transfirieron a maestros y curas de Lusacia a zonas distantes en Alemania. Con esto el gobierno quería destruir psicológicamente al pueblo sorbio.

La importancia del católicismo en dicha comunidad viene reflejada en dos hechos. Por una parte por sus famosas cabalgatas. Cada año, el domingo de Pascua, hombres ataviados con trajes de fiesta, montan caballos hermosamente adornados para realizar un desfile presenciado por numerosos visitantes. Alrededor de 1.600 jinetes pascuales realizan la cabalgata movidos por una profunda convicción religiosa. Vestidos con sus trajes de etiqueta y sombreros de copa alta, desfilan en un recorrido que los lleva por las parroquias vecinas anunciando la resurrección de Jesucristo a los miles de espectadores apostados a lo largo de las calles. En el triángulo formado por las ciudades de Bautzen, Hoyerswerda y Kamenz, territorio donde se encuentran asentados los sorbios católicos, se realizan nueve procesiones, que en su conjunto pasan por más de 30 localidades. La otra muestra de la importancia del catolicismo en la comunidad viene explicada por el Cardenal Joachim Meisner, Arzobispo de Colonia:

En Lausitz, al oeste de Alemania, región de los sorbios católicos hay un convento de hermanas Cistercienses que existen ininterrumpidamente desde hace 750 años. Se llama “María estrella”. Con este nombre las habitantes del convento explican que María es la más fiel sucesora de Cristo en cuerpo y alma, y como la más apropiada norma de vida. Hace 500 años María estrella les ilumina el camino a los pocos cristianos católicos que han quedado en esta región sobreabundantemente evangélica como señal de esperanza. También nuestras casas y apartamentos deben llevar como escudo de confirmación el título “María estrella”. Con María seguimos a su hijo.

¿Pueden los sorbios mantener su fidelidad a Jesucristo y su Iglesia y nosotros ante los envites del laicismo (por muy agresivo que sea) flaquear sin presentar batalla?